lunes, 29 de mayo de 2017

Despertar de la conciencia.

Despertar de la conciencia es un proceso que elegimos a fin de elevar nuestras vibraciones hacia nuevos niveles, es transitar desde el mundo de la ilusión y del ego, donde medimos todo de acuerdo a la apreciación de nuestros cinco sentidos, a un mundo donde podemos y queremos ser felices antes que tener la razón. Un mundo donde aprendemos a mirar con los ojos del Amor.


En los niveles más densos, somos susceptibles a mostrar odio, envidia, violencia, maldad, irrespeto, todas éstas expresiones del miedo. A medida que ascendemos, nuestras creencias van cambiado, y con nuestras creencias nuestro modo de ver al mundo, entonces podemos mostrarnos empáticos, agradables, comprensivos, piadosos, compasivos, serenos, con fe en lo que somos y en lo que son los otros, y a su vez comprendemos que nunca hubo otros, pues somos partes de un todo, estamos interconectados, y unidos a la vez a la Santa Presencia Creadora.

Hemos pasado miles de años, preparándonos para la competencia, para ser los mejores a nivel profesional, sin entender que el intelecto puede ser un perro que nos muerde los pies, y a la final nunca sabemos nada, hay un campo muy reducido en el arte de aprender.

Hoy necesitamos educación para la Vida, para la Paz, para el Amor, educación que nos anime y nos ayude a mirar concienzudamente nuestras creencias erradas, a fin de que podamos elegir abandonarlas, para que se instauren en nuestra mente nuevas creencias, nuevos pensamientos con los que podamos realmente crear un mundo nuevo.

La invitación pues es a evaluar tus deseos, sólo tus ojos pueden sanar, pero sólo cuando veas el mundo real.

Las situaciones del ayer deben ser elevadas al perdón, lo cual significa ver y recordar sólo lo amoroso, pasar por alto lo demás, las situaciones del mañana están contenidas en un campo cuántico, lanza tu bendición y serán situaciones de paz; más todo lo puedes hacer sólo desde el hoy, decide amar, decide dar, decide mirar lo que las apariencias ocultan, y el mundo resplandecerá.

miércoles, 24 de mayo de 2017

Amor y Sacrificio

El amor, tal como lo concebimos en el mundo, es un gran generador de conflictos causados por la culpa, pero, ¿por qué la culpa?
¿Cómo damos amor? Damos amor con miedo, lo que significa no dar amor en absoluto, porque o hay amor, completo; o hay miedo. No hay nada en intermedio.
Cuando nos "enamoramos" vamos tanteando como ciegos, si obtenemos atención, lealtad, fidelidad, compañía, compromiso, aprobación, y obviamente regalos materiales, entonces vamos dejando brotar el caudal de amor que creemos poseer, y poco a poco, o tal vez más rápido, vamos convirtiendo a el amado en esclavo del juego del dar y recibir, y del mismo modo, nos atamos nosotros. No damos "amor" con Amor, sino "amor" con sacrificio, y aquel al que le resulte más incómodo dar, se sentirá más culpable, pero como hace viajar la culpa al lado contrario, verá la culpabilidad allí donde la sembró.
Y del mismo modo actuamos de ambos lados de la relación, no se emite un te quiero, un te amo, sin un estudio intenso de lo que se está recibiendo a cambio.
La vulnerabilidad también juega parte importante en el proceso, ¿cuánta vulnerabilidad puede existir en el amar y el dejarse amar? ¿Qué o cuánto se podría perder al amar? Estatus, seguridad, poder, control, por sólo nombrar algunos.
Nos convertimos en solitarios andantes, en compañeros lejanos, en amantes escondidos, escondidos del amor.
Cada uno tiene, si se atreve, la máxima responsabilidad de revisar profundamente sus miedos, sólo en el amor se encuentra la paz, el sacrificio nos conduce siempre al miedo, al conflicto.
Somos, unidos, el Amado Hijo de Dios, invulnerable, eterno, abundante; amemos sin miedo, amemos con la certeza de que nada podemos perder, y el mundo brillará con cada abrazo, con cada beso, con cada te quiero; ama, pues Dios te ama, te ha amado eternamente, y sólo espera que tomes conciencia de lo importante que eres para Él.
Que el Espiritu Santo, con nuestra aprobación, quite cada interferencia que le hemos colocado al amor, le entregamos el miedo que se ha manifestado en incontables formas en nuestras vidas, que la chispa divina brille en cada relación.