Jesús nos dice que los ídolos son substitutos del Amor de Dios.
En cada ídolo buscamos aquello que creemos puede completarnos, aquello que creemos nos va a brindar la felicidad que necesitamos; así, buscamos completarnos con apegos a dinero, empleo, posesiones, relaciones, religiones, política, sexo, belleza, prestigio, poder, alcohol, drogas, medicinas y mucho mas.
Cuando buscamos compulsivamente, que algo o alguien nos complete es porque no nos sentimos plenos; mas si eso que buscamos no es pleno, tampoco puede brindarnos plenitud, por lo tanto, por mucho que apreciemos a un ídolo, éste sólo puede satisfacernos momentáneamente; y lo más importante, es muy seguro que lo perdamos, pues ése ídolo pertenece al mundo de lo ilusorio, de aquello que tiene principio y fin.
Entonces, los ídolos pueden exaltarnos por momentos, más no pueden brindarnos completa y duradera felicidad.
La realidad por otra parte es inmutable y es eterna, puesto que nuestra realidad es ser el Hijo de Dios.
Dios otorgó a sus hijos todos sus dones, plenitud, gozo, vida eterna; entonces, cuando nosotros, sus hijos, caemos en la tentación de sentirnos incompletos, estamos negando todos nuestros dones.
Jesús en Curso de Milagros dice: ¿Qué es la tentación, sino el deseo de hacer que las ilusiones sean reales? T-30.VIII.3:1
La verdad es que somos plenos y si nos sentimos plenos, podemos vivir felices y en paz en las circunstancias en las que nos encontremos.
Es nuestra elección no caer en la tentación de no saber quienes somos.
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