jueves, 5 de octubre de 2017

El dormir y el soñar



Cuando dormimos, a menudo soñamos y esos sueños parecen ser la realidad; bien sean sueños gratos, dulces, felices, o bien sean sueños de agitación, de conflictos y aún de terror. Sólo cuando despertarnos tomamos conciencia de que sólo eran sueños; si los sueños eran gratos queremos seguir soñando, más si eran pesadillas nos alegramos de despertar.

La misma situación se da en la vida, tenemos varios estados de conciencia, uno de ellos es el dormir, es en el que usualmente estamos, creemos estar despiertos, pero estamos viviendo un sueño. Si las cosas van bien en nuestras vidas, entonces estamos en un sueño grato, estamos cómodos, tranquilos y no queremos despertar, más muchas veces los sueños se tornan ingratos, vivimos conflicto, enfermedad, separación, pérdida, escasez, abandono y muchas situaciones estresantes.


Jesús dice:"cuando te invade la ira, ¿no es acaso porque alguien no llevó a cabo la función que le habías asignado? ¿Y no se convierte esto en la razón de tu ataque? Los sueños que crees que te gustan son aquellos en los que las funciones que asignaste se cumplieron, y las necesidades que te adscribiste, fueron satisfechas. T-29.IV.4:1-3. También dice que los sueños se desean o no se desean.

Los sueños, gratos o ingratos nos retrasan en el despertar. La función del Espíritu Santo es despertarnos del sueño del mundo, y lo hace a través del perdón, y aunque el perdón pertenece también al estado del sueño, es un sueño feliz que a través de la paz que provee nos conduce al despertar.

Dios ama al soñador, no al sueño, Jesús dice que no tratemos de herir a nuestro hermano cuando no cumpla la función que le asignamos en nuestros sueños.

Miremos entonces con compasión, observemos nuestros sueños, sin juicio, entreguemos al Santo Espíritu todos nuestros sueños y pidamos que nos ayude a despertar.


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