sábado, 15 de septiembre de 2018

Amistad es aceptación

La amistad puede darse entre personas de la misma edad, de edades diferentes, de diversas culturas, de distintas razas, incluso entre personas y animales, lo cierto es que cuando hay verdadera amistad, hay aceptación, incluso en las complejidades que se expresan a través de cada persona. Tal vez ese gran amigo actúe erradamente y en esa aceptación, le damos la mano, somos compasivos, amables, cariñosos. En otros tipos de relaciones como las relaciones  entre familiares, entre parejas, entre compañeros de trabajo, entra en  juego el control y el juicio, y querer establecer y mantener control entre personas genera conflicto, conflicto que empaña y hasta termina con las relaciones. Dios nos creó en libertad, y aunque no está de acuerdo con la separación, nos dejó entrar en el sueño que vivimos, sueño irreal, sueño que realmente nunca existió, sólo que aún no lo sabemos, pues tenemos libre albedrío. Si Dios nos creó libres, por qué entonces pretenderíamos nosotros aprisionar a un hermano con críticas, juicios, y con control??

Jesús nos dice en Curso de Milagros que la santidad de un hermano es un sacramento. Que los errores que un hermano cometa, o que comentamos, no nos priva de la bendición de Dios. Qué nuestro hermano es reflejo nuestro, que si vemos con juicio a un hermano, ese juicio es emitido sobre nosotros también; entonces miremos a nuestro hermano (hijo, padre, madre, pareja, compañero) como realmente es, para que así nuestra liberación no tarde en llegar.

Y tal como dice Jesús, tan grande es el Amor de Dios por nosotros, que nos dio una parte de Él a fin de evitarnos dolor y brindarnos alegría; y esa parte de Él reside en nuestro hermano.
Entonces, aceptemos a nuestro hermano tal como es, tal como fue creado, sin nuestros lentes de juicio, o nuestra necesidad de control. En esa aceptación reside nuestra libertad.

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